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John Nistico, electricista de Long Island que trabajó voluntariamente para la Cruz Roja Americana como radioaficionado (HAM) durante la labor de respuesta al desastre del 11/9

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El pasado septiembre se cumplió el décimo sexto aniversario del desastre del 11/S: una fecha en la que a menudo en las noticias se informa sobre las muertes de los socorristas del 11 de septiembre que están falleciendo por enfermedades relacionadas con lo sucedido en esa fecha.  Detrás de estos titulares hay también socorristas vivos que, junto con sus familiares, viven con miedo de que ellos también sucumbirán a problemas de salud ocurridos por su exposición a la Zona Cero. Se calcula que 400 mil socorristas y sobrevivientes (los trabajadores y estudiantes que estaban en el área) han quedado expuestos a los tóxicos presentes después del derrumbe del WTC. La cantidad de muertes a raíz de enfermedades relacionadas con el 11/9 —padecimientos como cáncer, enfermedades respiratorias y de salud mental que conducen al suicidio— es asombrosa. Tan sólo en este año, el Parque en Recuerdo del 11/9 de Neconset, Nueva York, está añadiendo cerca de 130 nombres a su conmemoración, en honor a quienes recientemente perdieron la vida, lo que suma un total de aproximadamente 800 nombres en su remembranza. Si bien esta comunidad está sufriendo grandes pérdidas, los individuos que quedaron vivos están experimentando culpas por haber sobrevivido y ansiedad, mientras hacen cuanto les sea posible por cuidarse unos a otros.

Los socorristas entrevistados al aproximarse el aniversario le contaron al Comité de Nueva York para la Seguridad y la Salud Ocupacional  que casi todas las personas con las que ellos habían trabajado durante la labor de rescate en el 11/9 habían fallecido o estaban enfermas con alguno de los problemas de salud relacionados con su exposición el 11/9. Además, dijeron que el aniversario es un momento difícil, lleno de recuerdos y pesadillas recurrentes.

Uno de estos socorristas, John Nistico, un electricista de Long Island que hizo trabajo voluntario con la Cruz Roja Americana como operador radioaficionado (HAM) durante la labor de rescate el 11/9, le contó a NYCOSH que él quiere informarles a otros socorristas que no están solos durante este tiempo y que hay ayuda disponible. La siguiente es una sesión de preguntas y respuestas con Nistico acerca de su trabajo de dar auxilio, su experiencia combatiendo problemas de salud relacionados con el 11/9 y su mensaje a sus compañeros socorristas.

Pregunta de NYCOSH: ¿Cuál fue su participación en las tareas de socorro del 11 de septiembre?

Respuesta de John Nistico: Yo fui uno de los primeros operadores radioaficionados (HAM) para la Cruz Roja Americana. Llegué cerca de la Zona Cero a las 3:30 de la mañana del 12 de septiembre. La radio era la columna vertebral de toda la infraestructura acerca de cuanto estaba pasando ahí. Se nos dieron dos aparatos de radio, fuente de electricidad, una antena e instrucciones para los procedimientos operativos, pero no se nos dijo a lo que quedaríamos expuestos, ni en qué nos estábamos metiendo. De hecho, no se nos dieron respiradores; ni siquiera máscaras contra el polvo. Las primeras 72 horas del rescate ocurrieron a través de nosotros [la Radio HAM de la Cruz Roja]. Toda pieza de equipo que llegó, toda la comida, la mano de obra humana. Todo lo que sucedió llegó a través de la Cruz Roja. Sólo éramos dos operadores. Se nos dijo que sería un turno de 72 horas y que después seríamos relevados. Yo regresé a mi casa el 9 de octubre.

No tenía contacto con nadie [familia ni amigos]. La Cruz Roja recibía y enviaba mis mensajes a mi familia, pero en todo ese tiempo que yo estuve ahí, no tuve ningún contacto directo con mi familia. Nosotros manejábamos todas las solicitudes que se hicieron a la Cruz Roja en Brooklyn. Si decían que 500 personas iban a llegar a comer, nosotros nos asegurábamos de que hubiera 500 almuerzos calientes. Si necesitaban una pieza especial de equipo, nos hacían la solicitud a nosotros, y nosotros la conseguiríamos.

 

Pregunta de NYCOSH: ¿Cómo eran las condiciones en la Zona Cero y cuáles eran las protecciones contra la exposición a los contaminantes derivados del WTC, si es que hubo alguna protección?

Respuesta de John Nistico: Todos teníamos la tos del WTC; toda persona que estaba trabajando ahí la tuvo. Cuando yo llegué, el día 12, el polvo en la calle llegaba hasta las pantorrillas, y todo estaba cubierto de gris. Era como ver televisión en blanco y negro, y lo más que se nos dio fueron mascarillas contra el polvo. Uno podía oler quizás, por lo menos, media docena de olores distintos: papel quemado, la hoja de roca carbonizada, el metal fundido, el alquitrán que antes se usaba en los antiguos balastos de las lámparas, la instalación de cables quemados, la carne quemada, y después —pasados días y semanas—, la descomposición que empezó a darse. Probablemente nunca podré sacármelo de la cabeza. Los socorristas estaban durmiendo en la calle, y la calle —como dije— en ese momento estaba bajo 6 pulgadas de escombros.

La gente estaba llevando comida directamente a la pila. Ellos estaban  ingiriendo ese ambiente tóxico. Comprendo que la gente no quería abandonar sus puestos, pero deberían de haber tomado en consideración lo que  le estábamos haciendo a nuestro cuerpo. Aquello con lo que estaban trabajando es lo que te estaban  metiendo, ingiriéndolo, a través de tus poros; lo estaban bebiendo; lo estaban  respirando. La gente estaba dejando botellas abiertas de agua para beber.

“Yo he estado en el sector de la construcción desde que tenía 15 años. Desde el aspecto eléctrico llegué a enterarme de que muchísimo del alambrado y el balasto que usamos en las luces fluorescentes tenía tarjetas de circuito impreso en ellas y que teníamos que saber que había presente muchísima de la ignifugacion  original, la cual lo más probable es que estuviera hecha de asbesto. Dicho lo cual, con todo, hice lo que tenía que hacer. A los socorristas nadie les dio adecuados suministros. No se nos dio ningún equipo, ni instrucciones, ni entrenamiento. Nada más nos dijeron que había que preparar y operar”.

 

Pregunta de NYCOSH: ¿Cuándo comenzó usted a sufrir por primera vez síntomas relacionados con el 11 de septiembre?

Respuesta de John Nistico:

“Inmediatamente tuve las pesadillas y los sudores fríos. A largo plazo, he estado desde 2002 tomando antidepresivos. Tengo trastorno de estrés postraumático. Lo cual es algo irónico, porque de un veterano de guerra que ha visto el combate, usted supondría que yo adquirí eso antes, pero de hecho se requirió ese acontecimiento para llevarme a tal punto de tensión. Hoy es la primera vez que regreso aquí [cerca del WTC] desde 2001. Antes de eso, yo no había ido más al sur de Madison Square Garden. No me aventuraría hacia el sur en la ciudad de N.Y.”

“Poco tiempo después del 11/9, se empezó a desarrollar [en mí] un patrón de padecimientos. Me daba una infección de las fosas nasales. Los doctores [privados] me ponían esteroides, aerosoles nasales, y eso desaparecía, pero después, unos 45 días o 2 meses más tarde, el proceso volvía a empezar, todo otra vez. Llegó a un punto en que fui a ver a un especialista otorrinolaringólogo, y me dijo que yo tenía cosas incrustadas en mis cavidades. Me extirparon 52 pólipos de las fosas nasales, y tenía mi tabique tan desviado que tuvieron que romperme la nariz y ponerme una placa para enderezar mis senos nasales. Tuve que dormir sentado en una silla durante 10 días; fue horrible. Tuve mi primera operación de los senos nasales en 2004. Voy a tener la tercera. Estoy esperando que el Programa de Salud del World Trade Center verifique mis documentos. Siempre que se acerca la fecha del 11 de septiembre cada año, empiezo a tener las pesadillas y los recuerdos. No importa cuántos medicamentos tome”.

 

Pregunta de NYCOSH: ¿De qué manera le está impactando eso a usted hoy?

Respuesta de John Nistico:

“Mi participación en la tarea de rescate el 11/9 toca cada aspecto de mi vida, absolutamente todos los días. Me siento muy afortunado de haber sufrido sólo marginalmente, a diferencia de amigos que ya no están con nosotros, o amigos que caminan con botellas de oxígeno porque ya no pueden subir las escaleras de un piso. Es duro ver a amigos que respondieron al desastre, con los que yo crecí, que están ahora metidos en sus casas porque su salud es muy mala. Es una tragedia darse cuenta de que alguien que probablemente pasó tanto tiempo como yo ahí murió, y que estaba sentado junto a mí. Te preguntas: “¿Por qué no yo? ¿Por qué hay tanta gente mucho peor de lo que yo estoy, y no hay razón alguna o explicación, que no sea que ésa no es la voluntad de Dios?”. Espero no formar parte de esas estadísticas y espero que alguien se beneficie de lo que yo hice.”

¿Cuál es su mensaje a sus compañeros?

“Todos los que estuvieron ahí deben hacer algo para cuidarse su salud. Se ha dicho todo acerca de los primeros socorristas y de su salud, pero el problema es que está siendo ignorado. Dejen de ignorarnos. La gente se está muriendo. La gente puso su vida en riesgo para ayudar al gobierno y a nuestro pueblo a fin de conectar a las personas en un momento de necesidad. El mensaje que tengo para los socorristas va en dos sentidos. Los socorristas necesitan ponerse en contacto e informar a los demás [acerca del Programa de Salud del WTC]. El otro mensaje es que no están solos. Hay gente alrededor que ha pasado por lo que ellos están pasando y que están dispuestos a hablar con ellos. Mientras más gente contactemos con este mensaje, podremos salvar a más gente. Porque compartiendo la información del programa del 11/9 podríamos salvar la vida de las víctimas del 11/9. En el espíritu de los socorristas radioaficionados (HAM), la comunicación lo es todo.”

 

Si usted o alguien a quien usted conoce estuvo participando en el rescate, la recuperación o la limpieza por el 11/9, sírvase comunicarse a NYCOSH para obtener más información sobre la atención médica y la compensación relacionadas con la exposición al desastre del 11/9.

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