Por Liam Lynch, coordinador del Programa de Salud del WTC en NYCOSH
Terry Wright, capitán de Equipo de Acción para Desastres
de la Cruz Roja Americana de Huntington, West Virginia
Cuando se piensa en la labor de rescate del 11/S, tal vez lo que viene a la mente son imágenes de bomberos levantando la bandera de Estados Unidos o de policías que formaron la brigada de cubos, pero lo que frecuentemente queda fuera de la historia son aquellos que respondieron desde todas partes del país para ayudar a la ciudad de Nueva York en su momento de mayor necesidad. Los voluntarios que ayudaron a organizaciones nacionales de recuperación del desastre, los especialistas en oficios que brindaron su experiencia calificada; los socorristas de primeros auxilios provenientes de otros condados y estados que donaron sus recursos, son todos personas que vivieron, durmieron y comieron en la Zona Cero durante meses. Trabajaron junto con los socorristas uniformados de la ciudad por largos turnos, cubiertos de polvo contaminado y tosiendo; respirando aire tóxico al caminar sobre acero retorcido y quemado para ayudar a encontrar restos humanos, todo mientras se hallaban trabajando lejos de su familia y sus amigos. Esos socorristas dieron su tiempo, su energía y, por último, su salud, a la labor de rescate. Hoy, estos socorristas a los que a menudo se les ignora siguen tratando de ayudar.
Terry Wright, de Huntington, West Virginia, es uno de esos socorristas. Wright trabajó voluntariamente en las labores del 11/S a través de Rescates de Desastres de la Cruz Roja Americana, como experimentado Capitán de Equipo de Acción para Desastres. Wright trabajó con la Cruz Roja Americana que supervisó siete condados de West Virginia, Kentucky y Ohio, especializándose en respuesta HAZMAT (Respuesta a Materiales Peligrosos). A las 10:30 a.m. del 11/S, su unidad de la Cruz Roja recibió órdenes de asistir en la labor de socorro. Conduciendo un carro rentado desde West Virginia, Wright llegó en las primeras horas del 12 de septiembre a lo que llamaban “la escena del crimen”. Wright no se fue de ahí sino hasta 8 meses más tarde, cuando se completó el rescate, el 30 de mayo de 2002. Él vivió en varios lugares de la ciudad durante sus esfuerzos de rescate; en cierto momento, a principios de 2002, estuvo viviendo en el aeropuerto JFK. Habiendo trabajado turnos de entre 12 y 14 horas diarias, usando solamente mascarillas de papel como protección contra el polvo tóxico los primeros meses, y sólo más tarde equipado con respiradores, Wright recuerda vívidamente a Christine Todd Whitman en la Zona Cero diciéndoles a los socorristas que el aire no era peligroso. Al describir el fatigante esfuerzo físico y mental del trabajo de rescate en la Zona Cero, Wright dice:
—Todos empezamos a toser. También había muchísima tristeza. En las primeras dos semanas, empezamos a usar líquido de amoníaco para ponerlo alrededor de nuestra nariz. Era para impedir el olor en la Zona Cero. Eso es lo que probablemente ayudó a quemar nuestros pulmones… pero tenías que hacer algo para trabajar.
En los primeros días de los rescates, dice Wright, “podía haber multitudes alrededor del sitio, mirándonos trabajar, ondeando banderas y gritándonos que gracias”. Pero, con el tiempo, este reconocimiento público a su trabajo se ha extinguido.
En los años posteriores al desastre, el Gobierno federal reconoce ahora que hay más de 100 enfermedades diferentes relacionadas con el 11/S, incluyendo más de 50 diferentes tipos de cáncer. En 2010, Obama promulgó la Ley Zadroga de Salud y Compensación por el 11/S, la cual estableció el Programa de Salud del WTC y reabrió el Fondo para la Compensación de las Víctimas, el cual permite que los socorristas y sobrevivientes tengan acceso a atención médica especializada gratuita, junto con un proceso para tramitar un reclamo de compensación monetaria ante el Departamento de Justicia por las enfermedades suscitadas por su trabajo de rescate. El Programa de Salud del WTC es un programa nacional que vigila periódicamente y trata a los socorristas del 11/S por todo Estados Unidos. Wright es miembro del Programa de Salud del WTC y siente ansiedad de ir a su cita anual de revisión general, pues teme que le den la noticia de que se le haya desarrollado una enfermedad terminal:
—Da miedo cuando vas a hacerte análisis y te revisan buscando la palabra con la gran “c” —dice, refiriéndose al cáncer—, y todos se están muriendo de eso. Tan sólo en mi grupo [la unidad de la Cruz Roja] éramos 52 y ahora quedamos 29. En el caso más reciente, le dijeron que tenía cáncer, y no pudo ya soportarlo y acabó con su vida.
Lo que es impactante a 16 años después del desastre es la ansiedad y el miedo con los que deben vivir estos socorristas, debido a sus generosos actos de ese día y de los meses siguientes. Los socorristas temen convertirse en otra estadística de las cada vez más numerosas muertes por cáncer relacionado con el 11/S. Pero Wright habla de su labor de rescate sin amargura ni resentimiento, y su mensaje hoy es de esperanza. Wright comparte su historia con herviente deseo de decirles a los demás que hay atención médica especializada para quienes trabajaban y quienes fueron voluntarios en el rescate de la Zona Cero. Al referirse a la limitada conciencia de la población sobre la ayuda disponible para los socorristas, Wright dice: “Los socorristas del 11/S han sido hechos a un lado, lo cual es triste. Pero yo sé que hay por ahí más gente que quedó impactada, y necesitamos informarle a la población estadounidense, y hacerles saber que ahí afuera hay un programa si fue socorrista; que necesita llamar e inscribirse”.
A través de mi propio trabajo para el Comité de Nueva York para la Seguridad y Salud Ocupacionales, he conocido a lo largo de los años a muchos socorristas del 11/S, y muchos de ellos exhiben ese carácter altruista, siempre pensando primero en los demás, e incluso años más tarde tratando de encontrar maneras de ayudar. Hoy, los socorristas del 11/S están buscando y encontrándose con sus camaradas para pedirles que se inscriban en el Programa de Salud del WTC, sabiendo que la detección temprana de esas enfermedades relacionadas con el 11/S puede salvar vidas. Mientras el impacto del 11/S continúa extendiéndose efecto ondulatorio por todo el país, este aniversario, corra la voz: hay ayuda disponible.
Si usted o alguien a quien usted conoce estuvo participando en el rescate, la recuperación o la limpieza por el 11/S, sírvase comunicarse a NYCOSH para obtener más información sobre la atención médica y la compensación relacionadas con la exposición al desastre del 11/S.